El trato cordial y la comunicación interpersonal son de suma importancia en la administración de condominios. Y como en toda propiedad, condominio o conjunto habitacional; siempre habrá buenos vecinos y vecinos problemáticos, más si las propiedades están rentadas y se tiene que tratar con dueños e inquilinos.
Para el administrador es importante llevar siempre una buena relación tanto con propietarios como con renteros, pero no siempre es sencillo darle gusto a todos. Es por ello, que el saber manejar situaciones difíciles es una de las mejores habilidades con la que podrá contar un administrador.
A continuación algunos consejos para tratar con propietarios y/o inquilinos problemáticos.
- Si ve un problema corríjalo de inmediato y no permita que continúe. Si el conflicto no es controlado de forma inmediata seguirá creciendo hasta que explote. Lo primordial es enfrentar educadamente a la persona al momento para mantener la objetividad y el control emocional, quizá entren en shock por el enfrentamiento pero eventualmente la situación se calmará y se logrará llegar a un acuerdo.
- Las personas que consideran siempre tienen la razón. Algunas veces se cede y se les da la razón para evitar más problemas en el futuro. Pero hay personas que constantemente quieren “tener la razón” y eso crea un problema constante. Como en el párrafo anterior, es importante enfrentar la situación, no dar la razón al inquilino y hacer que se cumplan las normas al pie de la letra.
- Si cometes un error. Aceptar dicha situación es lo más importante y darle solución en concordancia con el propietario y/o inquilino es lo mejor, para evitar que posteriormente descalifiquen constantemente el trabajo, evitar chantajismos y que quieran tomar ventaja sobre dicha situación.
- Cuidado con el contra ataque. Reaccionar de forma agresiva ante una conducta maliciosa es lo más normal, y es lo que espera la otra parte. Cuando respondemos con enojo alimentamos el poder de la otra persona, porque le hacemos ver todo el poder que tienen sus palabras y acciones para sacarnos de nuestras casillas. Por el contrario, cuando tenemos la capacidad de responder la agresión con amabilidad y calma, el inquilino se queda sin armas, porque no el permitimos tomar el control de la situación ni cedemos ante su provocación. Esta es una actitud que el acosador no se espera.